martes, 8 de abril de 2008

Llamado a la CONCIENCIA

Esto es lo que temía. Desde que hace unos meses atrás recibí ese primer ladrillazo por la ventana de mi pieza (vivo en un 9no, ventana a la calle...muy buen brazo) tuve ese miedo a confirmar la sospecha efímera que cruzó la parte interna de mis párpados. Como cuando pasa un auto por delante de nuestros ojos y estamos mirando al fente fuera de foco. Desde que hace unos meses atrás, mientras desenvolvía el papel del medio ladrillo que tomó por asalto la paz dudosa de mi descanso, me dije: "sólo otro Impune actúa así" Lo sabía. El temor mayor fue la certeza. Saber que de un momento a otro reincidiría. Desde que hace unos cuantos meses atrás empecé esta investigación, me sentí diferente. Y tienen olfato de lobo. Acechaban. Sentí que podrían convencerme y lo intentarían. Enlistarme. Desde que hace unos meses atrás, el hoy autoproclamado "Impune Corresponsal en Paternal" me cruzó en la calle, me miró cómplice, se volvió sobre sus pasos y de atrás, susrrando como en una barata condicionada me dijo: -"vos sos de acá. Tenés que entrar"...y prosiguió en vos natural, como si fuese mi hermano: -"Sólo para locos. Recordá el letrero que tanto atraía al Harry de la Estepa". No entendí la referencia. Pero supe que aquel encuentro con ese desconocido no había sido ocacional. Que el rostro me era familiar. Que era él quien, cuando paseaba a mi primito en el parque, me había pedido sumarse en el picado. Mi sobrinito le tiró un caño azaroso (tiene 4años...todavía no apunta) y él lo miró como diciendo "la pelota pasa...pero vos nene..." Me estuvo observando todos estos años. Ellos ven las condiciones de uno como ese quien recluta talento en un potrero. Él me lo iba a hacer saber. Un Impune no calla. Necesita la fuerza catártica del boca en boca. Y de saber que hay alguien que lo entiende. Lo que no comprendo es por qué a mí. Apelando vánamente a su sentido de la ternura, puse a mi querido canario en la ventana. No se porqué tuve la estúpida sensación que eso lo detendría. Que frenaría el brazo y, quizás, eligiría otro medio para hacerme llegar sus exabruptos. Perdón Plumín...en donde quiera que estés. El sabe que no soy un Impune. Yo los investigo. Los trato de entender. Les temo. Y él se refiere a mí en el idioma del camarada, creyendo que soy uno de ellos. Acabo de publicar su último mensaje. Presumiblemente su próximo golpe vendrá por las proximidades de las plazas del barrio que parece haber sido concebido por Huxley. En esas plazas simétricas sin cuadrados. Con plantas que parecen artificiales, pero no. Con plantas que no queremos tocar, por si no lo son. Cuidado señora del dique chic. No saque esta semana a su perro.

No hay comentarios.: